jueves, 30 de diciembre de 2010

Pobre niño rico

Justin Bieber es un cantante canadiense que tiene 16 años. Ese chico que, en su visita a Madrid, provocó infinidad de desmayos, lagrimas, ... todas las chicas tan pequeñas de edad como él. Creo que es imposible vivir algo así a los 16 años.

La soberbia, esa es la clave de la perdición. La
vanidad, que es un vicio generalizado y traidor, hace que estés más predispuesto a admitir las cosas buenas que dicen sobre ti que las malas. Y, así, resulta asombroso comprobar como alguien al que siempre habías juzgado un completo idiota, de pronto cuando te alaga, empieza a parecerte menos tonto y viceversa. De ahí esa tremenda tendencia de los poderosos a terminar rodeados de idiotas complacientes.Y si este proceso alcanza dimensiones fatales, si el poderoso acaba viviendo totalmente transtornado del entorno y escuchando tan solo a los adultores, el resultado puede ser un poco trágico.


Cuando de lo que se trata es de la divinación de un cantante pop, claro, las consecuencias son mucho más leves, porque la única víctima es el divinizado. Sin duda las niñas histéricas crecerán sin secuelas negativas por encima de su fanatismo adolescente. Suerte, Justin, pobre niño rico.

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