-¿Y si tenemos que quedarnos siempre aquí? -pregunto María.
La idea entristeció a todos. Pensar que no iban a volver a casa hizo llorar a muchos. Aquellas cosas por las que habían protestado tanto -los harario de llegada, el orden en la habitación, las comidas que nos gustaban- ahora les parecía parte del paraíso que habían perdido. Comenzaron a hablar de sus familias, de lo probemas que habían tenido, de separaciones, de choques, y tambien de padres felices y de padres que se quieren.
Elías y lo suyos seguían imponiendo su voluntad, pero su poder era tan injusto que cada vez más chicos y chicas se iban hacercando al grupo de Iván, María y Omar.
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